Al
momento de escribir estas líneas, la familia de Nelson Mandela informa que el Premio Nobel de la Paz 1993 se
debate entre la vida y la muerte, conectado a un respirador artificial.
Y
mientras, hoy Brasil vivió una de las jornadas más significativas de su historia
reciente, tendiendo al futbol como motivo, hace tres años Sudáfrica vivía el balompié
como un pretexto para celebrar y Mandela culminaba un largo y difícil camino.
Antecedentes
Antes, en 1960, el primer presidente electo de
Ghana, Kwame Nkrumah, utilizó a la selección de su país, los “Black Stars” para
propagar por el continente la idea del “panafricanismo”, un concepto que
predica la unificación de toda África en una sola nación, el derecho de sus
habitantes a autogobernarse sin intervenciones extranjeras y la no discriminación
a los negros.
En Sudáfrica.
Mandela luchó arduamente por romper con el esquema establecido por el apartheid, un sistema social legalizado
por los blancos (principalmente holandeses) que colocaban a los negros
sudafricanos en una categoría inferior dentro de la escala de privilegios,
oportunidades y derechos.
Pasó 27
años en prisión. Durante las casi tres décadas que pasó
encarcelado en una prisión de máxima seguridad, el disidente preso disfrutaba del futbol que practicaban los
otros reos, quienes, gracias a la intervención de la Cruz Roja Internacional,
pudieron jugar este deporte al aire
libre; sin embargo a Mandela se le tenía en un aislamiento absoluto, así que
solo miraba a través de la ventana de su celda. Finalmente, un 11 de febrero de 1990 fue liberado.
El sueño
Al
salir de prisión ganó las elecciones en 1994 y se convirtió en el primer
Presidente electo de Sudáfrica. Nelson Mandela sabía perfectamente lo que el
futbol significa para los africanos. Entendía perfectamente el alcance político que puede
tener el llamado futbol soccer.
Como
parte de la reintegración racial, el futbol
fue pieza clave en los proyectos de Mandela. Los “bafana bafana”
regresaron a competencias internacionales luego de ser expulsados por la propia
FIFA durante el periodo del apartheid. Sin embargo a nivel local, el futbol,
practicado en su mayoría por negros, no pudo mezclar en las tribunas a las
razas. Los blancos se fueron a jugar rugby y criquet, lejos de los estadios de futbol, localizados en barrios de negros.
La cruda realidad
Desgraciadamente
como le pasó a Nkrumah, Mandela no pudo concretar una integración plena, a
pesar de los triunfos obtenidos por Sudáfrica en materia de futbol, como la
Copa Africana de 1995. Mientras se apaga su vida, el país sufre los estragos de
una desigualdad social que sigue dejando a los negros en el fondo de la escala
social. La violencia crece a pasos agigantados
mientras varios sectores se polarizan cada día más. En días recientes,
por ejemplo, un taxista negro fue amarrado a una patrulla por policías blancos,
arrastrado unos 300 metros hasta provocarle la muerte.
6 de
cada 10 sudafricanos pobres son negros, mientras 90% de las muertes con
violencia se registran en ese sector de la población. Paradójicamente el
Mundial en 2010 tampoco dejo buenas cuentas a Sudáfrica, luego que su deuda
pública pasó de 98 mil a 126 mil millones de euros de 2010 a 2012. Es decir,
el 42% de su PIB.
A pesar
del negro panorama, el futbol brindó a Mandela y los sudafricanos la
posibilidad de soñar con un futuro distinto, les dio un soplo de libertad. Lo que sigue nadie lo sabe a
ciencia cierta.
Saludos
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facebook.com/serpientenegra27
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