miércoles, 26 de junio de 2013

Mandela y el futbol. Tuvimos un sueño....

Al momento de escribir estas líneas, la familia de Nelson Mandela  informa que el Premio Nobel de la Paz 1993 se debate entre la vida y la muerte, conectado a un respirador artificial.

Y mientras, hoy Brasil vivió una de las jornadas más significativas de su historia reciente, tendiendo al futbol como motivo, hace tres años Sudáfrica vivía el balompié como un pretexto para celebrar y Mandela culminaba un largo y difícil camino.
Antecedentes
Antes, en 1960, el primer presidente electo de Ghana, Kwame Nkrumah, utilizó a la selección de su país, los “Black Stars” para propagar por el continente la idea del “panafricanismo”, un concepto que predica la unificación de toda África en una sola nación, el derecho de sus habitantes a autogobernarse sin intervenciones extranjeras y la no discriminación a los negros.

En Sudáfrica. Mandela luchó arduamente por romper con el esquema establecido por el apartheid, un sistema social legalizado por los blancos (principalmente holandeses) que colocaban a los negros sudafricanos en una categoría inferior dentro de la escala de privilegios, oportunidades y derechos.
Pasó 27 años en prisión. Durante las casi tres décadas que pasó encarcelado en una prisión de máxima seguridad, el disidente preso  disfrutaba del futbol que practicaban los otros reos, quienes, gracias a la intervención de la Cruz Roja Internacional, pudieron jugar  este deporte al aire libre; sin embargo a Mandela se le tenía en un aislamiento absoluto, así que solo miraba a través de la ventana de su celda. Finalmente,  un 11 de febrero de 1990 fue liberado.

El sueño
Al salir de prisión ganó las elecciones en 1994 y se convirtió en el primer Presidente electo de Sudáfrica. Nelson Mandela sabía perfectamente lo que el futbol significa para los africanos. Entendía  perfectamente el alcance político que puede tener el llamado futbol soccer.
Como parte de la reintegración racial, el futbol  fue pieza clave en los proyectos de Mandela. Los “bafana bafana” regresaron a competencias internacionales luego de ser expulsados por la propia FIFA durante el periodo del apartheid. Sin embargo a nivel local, el futbol, practicado en su mayoría por negros, no pudo mezclar en las tribunas a las razas. Los blancos se fueron a jugar rugby y criquet, lejos de los estadios de futbol, localizados en barrios de negros.

La cruda realidad
Desgraciadamente como le pasó a Nkrumah, Mandela no pudo concretar una integración plena, a pesar de los triunfos obtenidos por Sudáfrica en materia de futbol, como la Copa Africana de 1995. Mientras se apaga su vida, el país sufre los estragos de una desigualdad social que sigue dejando a los negros en el fondo de la escala social. La violencia crece a pasos agigantados  mientras varios sectores se polarizan cada día más. En días recientes, por ejemplo, un taxista negro fue amarrado a una patrulla por policías blancos, arrastrado unos 300 metros hasta provocarle la muerte.
6 de cada 10  sudafricanos pobres son negros, mientras 90% de las muertes con violencia se registran en ese sector de la población. Paradójicamente el Mundial en 2010 tampoco dejo buenas cuentas a Sudáfrica, luego que su deuda pública pasó de 98 mil  a 126 mil  millones de euros de 2010 a 2012. Es decir, el 42% de su PIB.

A pesar del negro panorama, el futbol brindó a Mandela y los sudafricanos la posibilidad de soñar con un futuro distinto, les dio un soplo de libertad. Lo que sigue nadie lo sabe a ciencia cierta.


Saludos
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