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jueves, 27 de junio de 2013

El futbol y su victoria sobre el apartheid


En la Sudáfrica del apartheid  la prisión más emblemática y cruel de aquel régimen estaba localizada en Robben Island. En dicha cárcel los reclusos eran llevados hasta el extremo, tanto en trabajo físico (picando piedra) como en sus capacidades mentales.

Lectura y futbol
Sin embargo los presos (la mayoría políticos anti apartheid)  encontraron alivio inicial en la lectura, principalmente en dos libros de la biblioteca del lugar: “El Capital”, de Karl Marx, y “Soccer Refereeing”, un libro de arbitraje escrito por Dennis Howell, un político inglés que además fungió como árbitro de 1954 a 1971.
De ese último  libro surgió la idea de jugar futbol, rechazada por las autoridades penitenciarias durante años, hasta 1967, cuando se concedió el permiso y los reos crearon la "Makana Football Association". El nombre de “Makana” se debe a un célebre preso  de la Isla fallecido muchos años antes.
Durante la semana los condenados realizaban sus labores de picar piedra. El sábado se programaban los juegos y el domingo se platicaba de los mismos. La semana entera pasaba entre las rocas molidas y la planeación de la siguiente jornada. El pensamiento de sus integrantes era demoledor: “Si podemos organizar una liga en estas condiciones tan adversas, quizá seamos capaces de dirigir un país”, se decían a sí mismos.
Por supuesto que la idea se cumplió. Varios jugadores tenían un futuro determinante en la vida de Sudáfrica. Entre ellos están el presidente actual, Jacob Zuma, el líder de la oposición y ex ministro de Defensa, Terror Lekota, el ministro de Asentamientos Humanos, Tokyo Sexwale, y Kgalema Motlanthe, que remató el segundo mandato del ex presidente Thabo Mbeki.

A nadie le gusta perder…
No todo fue tranquilidad en el desarrollo de los juegos. Como en toda competición surgen roces y anécdotas dignas del recuerdo:

En 1970 un partido estuvo a punto de dividir a los reos en dos bandos. En aquella ocasión los equipos fueron formados de acuerdo al edificio que ocupaban sus celdas. Casi todos los buenos jugadores estaban en C4 y decidieron llamar al conjunto los “Atlantic Raiders.

Luego de algunos juegos tocó el turno de enfrentar a los “Blue Rocks”, integrado por jugadores de mayor edad y menores capacidades futbolísticas.  Pero el futbol es el arte de lo imprevisto; los débiles Blue Rocks ganaron 1-0 aquel encuentro con un gol tempranero. La burla hacia los Atlantic Raiders no se hizo esperar mientras los derrotados interpusieron una protesta a la Makana FA, alegando que el gol debería ser invalidado pues había sido concretado de manera ilegal.

Los ánimos subieron de tono. Para el siguiente juego de los Blue Rocks los raiders  ingresaron al terreno de juego y se tumbaron en el medio campo. El juego nunca se realizó y todos volvieron a sus celdas molestos. La Makana FA se reunió para intentar remediar la situación. Por un lado se quería castigar a los Raiders por su protesta (que siempre fue pacífica) mientras estos últimos solo deseaban que se volviera  a realizar el partido contra los Blue Rocks.

Trate usted de imaginar el escenario. No era una liga cualquiera. Era un conflicto dentro de una cárcel. No había espacio ni tiempo para dejar pasar la molestia de ambos bandos.

Finalmente la Makana Fa tomó una decisión acorde a sus principios. No podía castigar una protesta (mucho menos pacífica) y no podía volver a programar un juego que ya se había disputado. Así que suspendió todos los juegos de futbol en la isla. Después de 5 meses de cartas y  reuniones entre ambas partes se llegó a un acuerdo: el Atletic Raiders dejaba de existir, pero sus jugadores eran libres de participar con otros equipos.

Mientras tanto en el exterior….
Al Gobierno  del apartheid le interesaba muy poco el futbol. Amantes del rugby y del criquet señalaban al balompié como un “deporte de negros”. Sin embargo su poco interés se volvió censura.
En abril de 1963 en el campo Natalspruit de Johanesburgo, las autoridades cerraron las puertas y pusieron una nota indicando que los encuentros del día se habían suspendido. Quince mil aficionados saltaron la cerca, cargando  dos porterías para sustituir las que se habían retirado. Ese día hubo juego.
En 1976 el Gobierno sudafricano permitió  que se integrara un representativo con jugadores negros y blancos, quienes enfrentaron a la Selección de Argentina, que ganaría la Copa del Mundo dos años después. En esa ocasión Sudáfrica derrotó 5-1 a los argentinos con 3 goles de Jomo Sono, mítico futbolista negro  que tiempo después fue a jugar con el Cosmos de Nueva York, al lado de Pelé.

El futbol. Política y clandestinidad.
Durante la década de los 80, luego de la prohibición  de organizarse políticamente, los negros tuvieron en el futbol el lugar ideal para reunirse y conspirar. El Congreso  Nacional Africano (CNA) se reunía frecuentemente en las gradas de los estadios, al grado que a finales de dicha década las banderas de dicha organización clandestina ondeaban en los estadios. El futbol seguía desmoronando al apartheid.
Los juegos, además de servir como centros de reunión, generaban importantes ingresos a la CNA. Incluso los activistas podían salir del país confundiendo al régimen gracias a los partidos internacionales.  Un claro ejemplo es un partido que se celebró en Zimbabwe, donde acudieron más de 100 mil espectadores, mientras los integrantes del CNA no solo pudieron salir y regresar a Sudáfrica, sino que recaudaron dinero para su organización.

El gol definitivo.
En 1991 se creó la actual  Federación de Futbol Sudafricana. Durante su primera reunión, se hizo la audaz y asombrosa declaración de que su formación era “natural... porque el deporte del fútbol encabeza desde hace mucho la marcha para romper el yugo de la opresión racial”.

Nelson Mandela, aquel hombre preso en Robben Island, aislado de todos, con la única posibilidad de contemplar los juegos de la Makana FA, daría el golpe definitivo al apartheid. Hoy Sudáfrica vive todavía los síntomas de la segregación racial, pero sus habitantes saben que transformar el mundo sí es posible. El futbol, al menos en  ese país, tiene mucho que ver.
 
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miércoles, 26 de junio de 2013

Mandela y el futbol. Tuvimos un sueño....

Al momento de escribir estas líneas, la familia de Nelson Mandela  informa que el Premio Nobel de la Paz 1993 se debate entre la vida y la muerte, conectado a un respirador artificial.

Y mientras, hoy Brasil vivió una de las jornadas más significativas de su historia reciente, tendiendo al futbol como motivo, hace tres años Sudáfrica vivía el balompié como un pretexto para celebrar y Mandela culminaba un largo y difícil camino.
Antecedentes
Antes, en 1960, el primer presidente electo de Ghana, Kwame Nkrumah, utilizó a la selección de su país, los “Black Stars” para propagar por el continente la idea del “panafricanismo”, un concepto que predica la unificación de toda África en una sola nación, el derecho de sus habitantes a autogobernarse sin intervenciones extranjeras y la no discriminación a los negros.

En Sudáfrica. Mandela luchó arduamente por romper con el esquema establecido por el apartheid, un sistema social legalizado por los blancos (principalmente holandeses) que colocaban a los negros sudafricanos en una categoría inferior dentro de la escala de privilegios, oportunidades y derechos.
Pasó 27 años en prisión. Durante las casi tres décadas que pasó encarcelado en una prisión de máxima seguridad, el disidente preso  disfrutaba del futbol que practicaban los otros reos, quienes, gracias a la intervención de la Cruz Roja Internacional, pudieron jugar  este deporte al aire libre; sin embargo a Mandela se le tenía en un aislamiento absoluto, así que solo miraba a través de la ventana de su celda. Finalmente,  un 11 de febrero de 1990 fue liberado.

El sueño
Al salir de prisión ganó las elecciones en 1994 y se convirtió en el primer Presidente electo de Sudáfrica. Nelson Mandela sabía perfectamente lo que el futbol significa para los africanos. Entendía  perfectamente el alcance político que puede tener el llamado futbol soccer.
Como parte de la reintegración racial, el futbol  fue pieza clave en los proyectos de Mandela. Los “bafana bafana” regresaron a competencias internacionales luego de ser expulsados por la propia FIFA durante el periodo del apartheid. Sin embargo a nivel local, el futbol, practicado en su mayoría por negros, no pudo mezclar en las tribunas a las razas. Los blancos se fueron a jugar rugby y criquet, lejos de los estadios de futbol, localizados en barrios de negros.

La cruda realidad
Desgraciadamente como le pasó a Nkrumah, Mandela no pudo concretar una integración plena, a pesar de los triunfos obtenidos por Sudáfrica en materia de futbol, como la Copa Africana de 1995. Mientras se apaga su vida, el país sufre los estragos de una desigualdad social que sigue dejando a los negros en el fondo de la escala social. La violencia crece a pasos agigantados  mientras varios sectores se polarizan cada día más. En días recientes, por ejemplo, un taxista negro fue amarrado a una patrulla por policías blancos, arrastrado unos 300 metros hasta provocarle la muerte.
6 de cada 10  sudafricanos pobres son negros, mientras 90% de las muertes con violencia se registran en ese sector de la población. Paradójicamente el Mundial en 2010 tampoco dejo buenas cuentas a Sudáfrica, luego que su deuda pública pasó de 98 mil  a 126 mil  millones de euros de 2010 a 2012. Es decir, el 42% de su PIB.

A pesar del negro panorama, el futbol brindó a Mandela y los sudafricanos la posibilidad de soñar con un futuro distinto, les dio un soplo de libertad. Lo que sigue nadie lo sabe a ciencia cierta.


Saludos
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